lunes

la vida en los suburbios



Hacia dónde camina una muchacha perdida,

sin zapatos, sin hojas de alegría en sus mejillas,

con la sóla compañía de las estrellas

y los amigos espontáneos que ofrece la madrugada.

Una muchacha perdida entre cientos,

parece cualquier otra, parece arcaica y cansada,

pero como cualquier otra después de todo.

A veces ve en lo alto el resplandor de la luna

y aúlla un poquito, pero sólo un poco,

por miedo a ser escuchada entre el frío

y sereno pavor que es la noche cuando llega temprana,

cuando la alcanza

y está sola.

Una duna tornadiza que no sigue al viento,

por rebeldía quizás, pero aislada,

asimétrica de sus hermanas.

Y en realidad nada le hace más daño

que dejar la soledad, la que conoce su voz,

perderse entre el páramo que es estar soñando

y despertar un día, como arrancada el alma del tiesto

tan súbitamente,

para dejar atrás un onírico beso,

acaso una tregua o una ocasión regalada

ante la prematura muerte.