miércoles

Princesas


Una noche más
con un vaso de bourbon.
El hielo se diluye como el tiempo
cae por los edificios
y las persianas se cierran
a la luna,
que ha llegado
sin que nadie la llamara.
Una noche más con el misterio
posado en mis pestañas,
sin un ápice de intención ajena
a mi vaso,
a la quietud.
Un niño vocea en la calle
y los pájaros se recogen
formando un surco
de oscuros lazos por un lienzo.
Y la noche se enciende en farolas,
sobre el asfalto frío y húmedo
se deja ver.
Algo como caer de rodillas
en la fría tierra que frecuento.
Algo como un llanto de princesa
perdida por las salas
de un palacio desierto.


sábado

Mi oscuro pasajero


Esos días que aborrezco vivir


La vida es asfixiante, en las últimas horas me he preguntado no sé cuántas veces por qué hay tanto optimista en este mundo. La verdad, no lo entiendo. Mis momentos de felicidad se limitan a extractos del día de los que, incluso, reconozco su placer cuando ya han transcurrido, cuando ya no están. No sé valorarlos en el momento en que los vivo, estoy viviendo un continuo feedback y dudo ser la única. El resto del tiempo es inerte, vacío de emociones, lleno de trivialidades que no aportan lo más mínimo. Ocupamos la vida con gilipolleces y después viene un golpe, una noticia, un hecho dado, algo que te saca del andrajoso camino de la rutina y ¡PUM! Descubres que estás viviendo a golpes de miedo, de rabia. Por el resto de tiempo de supuesta “felicidad”, de tranquilidad, de libertad, no has hecho más que estar, que existir. Qué pena que justamente sean esas las sensaciones más verosímiles que has sentido en las últimas semanas.

En ocasiones me repugna la vida, ésta. Desearía no sentir lazos emocionales, volar como espíritu libre y experimentar más allá de toda frontera. Si eso fuese así os aseguro que quizás habría cambiado hasta mi nombre. Pero los lazos nos unen, nos atan, nos mantienen presas de lugares, de personas. Y (¡Qué indignación!) yo no me siento nadie sin esos lazos emocionales que dan raíces a mi loco y descarriado devenir. Sé muchas cosas de mi, pero no sé quien soy en realidad. Sé qué haría, si pudiera. Pero no sé qué hacer ahora mismo. Soy la sombra de mis sueños, la huella indeleble que deja impregnados los objetos personales, pero pasa desapercibida a la vista de un cualquiera. Estoy en este mundo creando otro más propio y no me gusta, no. Yo quiero ver la totalidad, quiero el rojo horizonte una y mil veces como si fuera siempre nuevo. Y el llanto indiferente de la gente a mi alrededor. Suena duro, lo sé. Ser más cabrona, quizás se resuma en eso. Ser y no ser a medias tanto.