sábado

Ella

Seguramente no la vio.

Seguramente pasó por alto el azul en sus pestañas y la fuente roja que le brotaba de los labios.

Seguramente no advirtió que estaba sola, apocada en el zaguán de una puerta de madera, vieja y sucia.

Seguramente no imaginó que se sentía morir y que guardaba un pozo de culpa entre sus manos.

Seguramente pasó de largo, pisando su sombra, ignorando su perfume.

Seguramente pensaba en tantas cosas.

Seguramente nunca entienda que ella era, seguramente, ella.