El hielo se diluye como el tiempo
cae por los edificios
cae por los edificios
y las persianas se cierran
a la luna,
a la luna,
que ha llegado
sin que nadie la llamara.
sin que nadie la llamara.
Una noche más con el misterio
posado en mis pestañas,
sin un ápice de intención ajena
a mi vaso,
a la quietud.
Un niño vocea en la calle
y los pájaros se recogen
formando un surco
de oscuros lazos por un lienzo.
Y la noche se enciende en farolas,
sobre el asfalto frío y húmedo
se deja ver.
Algo como caer de rodillas
en la fría tierra que frecuento.
Algo como un llanto de princesa
perdida por las salas
de un palacio desierto.