Así que,
esta noche no te vuelvas
cuando nos despidamos, déjame ver cómo te alejas.
Déjame anhelando un
mirada, un guiño en tu perfil o un algo que no sé y que nunca llega.
Esta noche, cuando sea
demasiado difícil estar juntos, ni te acerques en la distancia.
Déjame ir, con las ganas
y el vacío, con las calles hechas un garabato entre las manos.
Déjame sola, a la orilla
de mi almohada. Déjame que me atormente en la oscuridad de mi casa, que me pregunte cien mil
veces por qué te conformaste con el adiós, por qué no susurraste que me quedase,
que adónde creía yo que me marchaba.
Déjame que las lágrimas me perlen las pestañas y que la fiebre me cierre los ojos. Mañana, nuevo día, entenderé que no
puedo llamarte, que no vinimos hasta aquí para tenernos.
Y romperé el recuerdo de esta noche que ya viene, en la que te marcharás y yo veré cómo lo haces.
Y romperé el recuerdo de esta noche que ya viene, en la que te marcharás y yo veré cómo lo haces.