lunes

Díptico al miedo



Parte I
El niño corría. ¿Cuándo es que emerge la necesidad vital de supervivencia y escapamos de todo peligro? El niño corría con el rostro amilanado, desprovisto de toda emoción. Dejaba atrás el pavor, a cada zancada se sumergía más en un horror que le ahogaría la totalidad de su vida adulta. De negro a negro, de oscuridad a oscuridad. Eran las siete de la tarde y nuestro chico corría en mitad de una senda, no importaba dónde se hallaba. Tampoco él se lo preguntó. Una habitación nauseabunda, un vendaval de abusos, de dolor intenso, de aversión por dejar atrás. No supo adónde ir ¿Y quien sabría? La certeza se mostró impune; cualquier lugar sería mejor que aquel. Aquel lugar estaría siempre en todas partes.
Parte II
Quise ser un pájaro, de niño, un hermoso pájaro azul que surcase el cielo los días de lluvia. Esos días me gustan, son bonitos, son melancólicamente bonitos. Y ese pájaro que yo sería viajaría por todo el mundo, recorriendo los lugares más mágicos y vibrantes. Sería un pájaro envidiado y amado, soñado, la gente hablaría de mí, pues yo sería el pájaro. Me añorarían durante mis viajes y me esperarían con ansias de saber nuevas aventuras. Querrían conocerme y me admirarían por mi valor, querrían acariciar mi bello plumaje resplandeciente. Y en mis travesías jamás cruzaría ese paisaje de muerte, el que me acecha. Esa casa en mitad de una nada, jamás planearía sobre su tejado.
La olvidaría, simplemente la olvidaría.



1 comentario:

  1. Creo que es el agobio de estar en una casa, con sus respectivos problemas, la necesidad de viajar, de sentir, de ver cosas nuevas detrás de nuestras retinas, ese olor que no huele, pero sabes que está, es algo bueno, como el olor a nuevo en unos zapatos que tienen muchos años, pero que nunca se han gastado, son viejos pero conservan esa adicción tan increíble de hacernos sentir esas ganas de novedad, un post muy bueno, me ha gustado.

    ResponderEliminar